Eterno amor by Pilar Adón

Eterno amor by Pilar Adón

autor:Pilar Adón [Adón, Pilar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


8

Se aproximaba hacia la puerta cerrada de Lemuel, que me mandó un nuevo mensaje.

—Buenos días, hermana —dijo Evans con una inclinación de cabeza, y señaló la pantalla con un dedo—. Responda, por favor. No interrumpa su trabajo por mí.

El ordenador seguía en el suelo y me agaché para recogerlo.

«Sé lo que quiere».

Leí.

Mientras Evans se me acercaba un poco más para mirar lo que había escrito Lemuel.

—No puede ver la correspondencia que mantenemos con los alumnos. Es privada.

—¿Los alumnos?

—Nos gusta considerarlos así.

—Hábleme de este, por favor. El número 53, ¿verdad?

Le dije que sí, y Evans me preguntó si su encierro se debía a un castigo que le hubiéramos impuesto por alguna infracción reciente.

—Es él quien no quiere salir.

—El número 53 no quiere salir. ¿Y se lo permiten?

—Respetamos sus decisiones. Los chicos aprenden a distinguir lo que les conviene de lo que no mediante el reconocimiento y la resolución de sus propios conflictos. Por sí mismos. Nosotras intentamos asesorarles con razonamientos bien argumentados, pero no…

—¿Podría explicarme por qué se saltan su propio programa en este caso y por qué renuncian a su método de tratamiento y recuperación grupal? ¿Por qué no le asignan a él igual que les asignan a los demás internos unas horas para el entrenamiento y para esas clases estúpidas de alemán y de danza?

—Porque no quiere.

—Así que no quiere. —Evans se frotó los ojos y se retiró el pelo de la frente. Lo tenía limpio y le olía bien después del baño de la noche anterior—. Lo más probable es que no quiera ninguno, hermana. ¿Se lo han preguntado a los otros? ¿Por qué este es distinto?

El ordenador se me estaba haciendo muy pesado en las manos. Quería dejarlo en el suelo y volver a sentarme. Sobre todo quería que Evans se fuera de una vez.

—Procuramos que su educación sea la más ajustada a su estado. Sabemos lo que hizo y hemos de tener en cuenta lo delicado de su situación.

—Aquí son todos delicados.

—Intentamos ordenar su pensamiento y controlar sus fantasías, que son muchas. Le dedico las horas más productivas de mis días y le hablo de música y de arte. No es fácil porque él ya lo sabe todo. Lee a Tolstói. Conoce la estructura de un madrigal y las claves de la frase Paris vaut bien une messe. Tiene una enciclopedia en la cabeza.

—Lo que tiene es un acceso constante a internet. Deme la llave.

—¿Qué llave?

—La de la puerta, hermana. La de esta puerta. Quítele internet y ya verá cómo desaparece esa enciclopedia que la tiene tan fascinada.

Oí a Lemuel agitándose al otro lado.

—No tengo ninguna llave.

—Claro que sí. Me lo ha dicho la madre. Démela.

Lemuel pateó la pared, y Evans extendió una mano hacia mí para que le entregara lo que me pedía.

—Llame a la madre Sandra para que ella misma le diga delante de mí que no tengo ninguna llave.

—Soy su superior y le estoy dando una orden. Cúmplala. De lo contrario, se estará resistiendo a mi autoridad y tendrá que hacer frente a las consecuencias.



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